miércoles, 26 de octubre de 2011

Cuando los "aunque sea" peemplazan lo mejor.

Veamos. Dios te dice que te casarás, pero debes esperar el tiempo correcto. Lo aceptas gustoso, pero conforme va pasando el tiempo, comienzas a impacientarte y cambias tus expectativas. "Bueno, si no vas a darme la esposa soñada, aunque sea dame alguien que me ame". "No es el empleo que te estoy pidiendo, pero aunque sea puedo subsistir". Es un coctel de conformismo y ansiedad que llega a nuestras vidas con el rótulo de «aunque sea».
Obsérvalos caminar por la vida. Detente un momento y podrás verlos en tu ciudad, en las oficinas, en las pequeñas y grandes congregaciones. Son esas personas que razonaron que un «Plan B» era mejor que nada o que seguir esperando. Hombres y mujeres con deudas enormes, contraídas justamente porque no podían esperar el gran negocio que vendría más adelante. Matrimonios que dejaron de amarse luego de una semana de casados, porque aunque sabían que no eran el uno para el otro, pensaron que al menos ya no estarían tan solos.
Lo inmediato suplantando lo prometido. Lo urgente tomando el lugar de lo importante. Pensamos que Dios no es tan poderoso para darnos el oro, y entonces, razonamos que el bronce no es tan malo después de todo. Por eso, la pregunta insistente del ángel es, «¿Acaso hay algo imposible para Dios?» (Gen. 18:14).

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